¿Qué son las tarjetas virtuales y cómo se usan?

Para la mayoría, las tarjetas de crédito siempre han estado ahí. Son un servicio bancario esencial, cuya utilización en los últimos años crece de manera continuada, mientras el dinero en metálico pierde cada vez más terreno. Sin embargo, las tarjetas de crédito no siempre estuvieron ahí, y también han sufrido una evolución. Lo previsible, ante el progresivo aumento del comercio online, es que la tarjeta virtual ocupe parte de su espacio en las próximas décadas. Pero recordemos primero las tarjetas de crédito.

Suele decirse que las tarjetas bancarias aparecen a comienzos del siglo XX en Estados Unidos. El director del Chase Manhattan Bank, pensó en una tarjeta profesional, que el banco emitió para compañías de gasolineras y grandes almacenes. En 1949 este prototipo dio un paso más hacia el tipo de tarjetas que conocemos hoy día. Frank McNamara, director de la Corporación de Crédito Hamilton, había olvidado la billetera en casa. Al llegar la cuenta del restaurante, pensó que podía crear una tarjeta que acreditara el pago de la deuda ante el establecimiento comercial y garantizara así el futuro pago de la deuda. La tarjeta recibió el nombre de “The Diners’ Club” (el club de los que van a cenar), en homenaje al incidente que le inspiró.

Las primeras tarjetas de crédito llegaron a España en 1971, tras el acuerdo de uso de licencia suscrito entre el Banco de Bilbao y Bank of America.

La tarjeta virtual, la evolución online de las tarjetas de crédito

Medio siglo después, nuestra forma de comprar sigue cambiando. Cada vez más, realizamos nuestras compras por Internet. La pandemia no ha hecho más que acelerar esta tendencia. En 2020 el comercio online volvió a registrar un nuevo récord en España, superando los 51.600 millones de euros, el 5,8% más que en el ejercicio anterior, según las cifras oficiales de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Las tarjetas virtuales es la evolución natural de las tarjetas de crédito adaptada al contexto online. Se trata una de tarjeta que, igual que las tarjetas físicas, dispone de dieciséis dígitos, un código de verificación y una fecha de vencimiento. Sin embargo, a diferencia de aquellas, no existe en el mundo físico.

Su finalidad es únicamente comprar por Internet. Tienen un saldo previamente autorizado, con la ventaja de que el cliente limita el crédito del que quiere disponer. La tarjeta virtual se vincula a otra tarjeta física, pero fija un límite. Esto las convierte en la herramienta ideal para quienes no quieren dar los datos de la tarjeta de crédito o débito o quieran tener un mayor control sobre los gastos.

La gran ventaja de las tarjetas virtuales es que el cliente tiene un control total. Ya no recibe una tarjeta preconfigurada, sino que elige cuánto quiere gastar y hasta cuándo. Por ejemplo, se pueden crear tarjetas virtuales de un único uso con un importe prácticamente idéntico al de la compra que se va a realizar o con la suma prevista de las próximas compras. Esta posibilidad de configurar y personalizar totalmente las tarjetas virtuales las convierten en la herramienta ideal para las compras en Internet. Teniendo en cuenta que cada vez compramos más online, no es de extrañar que se las considere el futuro de las tarjetas bancarias.  

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