La seguridad de un viaje por carretera no sólo depende de las circunstancias y las habilidades del conductor, sino también de elegir los neumáticos adecuados, ya que el estado del pavimento afecta a las ruedas según las condiciones climatológicas, algo que estamos acostumbrados a ver en las carreras de Fórmula 1.
Precisamente, muchos de los avances conseguidos en el mundo de la competición son luego trasladados a los diferentes vehículos que conducimos día tras día. Y una de las primeras premisas que se tienen en cuenta es que hay que renovar nuestros neumáticos en el momento adecuado y tener en cuenta las condiciones en las que se van a usar para garantizar una conducción estable y segura.
Evidentemente, no es lo mismo conducir en verano que en invierno. En esta última época, el asfalto puede estar mojado, nevado y mucho más resbaladizo, etc… Pero esto no quiere decir que conducir en invierno sea mucho más arriesgado que en verano. Realmente se trata de un mito, ya que el problema y el riesgo vienen cuando no se han tomado las debidas precauciones. Sólo el 5% de los accidentes se producen en carreteras nevadas.
Por último, otro de los mitos más recurrentes es pensar que los neumáticos de invierno sólo sirven para ser usados en la nieve, cuando lo cierto es que conduciendo por una carretera mojada a 80 km/h en invierno los neumáticos de invierno reducen en cuatro metros la distancia de frenado en comparación con los neumáticos de verano.
De esta manera, hay una serie de mitos dentro del mundo de la conducción que no son tan ciertos como parecen. Todo depende en buena medida de llevar los neumáticos más adecuados antes que en la situación de la climatología o las habilidades del conductor.
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